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jueves, 14 de enero de 2016

Jesús Despojado, todo preparado para su bendición

Quedan dos días para que se presente en la Plaza de Molviedro (Sevilla) lo que ayer era un sueño y hoy es la realidad del querer hacer cofrade hecho Cristo. Las puertas del templo se abrirán a las 17:30h. y permanecerán así hasta las 20:30h. cuando Sevilla entera se haya enfrentado a la mirada de Alcalá. A las 19:45h. tendrá lugar la Santa Eucaristía por el futuro de las dos Hermandades de Despojado.

Y, siete días después, víspera de María Santísima de la Paz (futura titular mariana de la Pro·Hermandad), se bendecirá en nuestra ciudad a Jesús Despojado de sus Vestiduras. El templo que acogerá tal magno evento será la Santa e Insigne Catedral-Magistral que abrirá sus puertas a las 8:00h. de la mañana para que los fieles puedan venerar la nueva Imagen obra de D. Rafael Martín Hernández. A las 11:30h. se celebrará la Solemne Función de Bendición que, según fuentes de la Junta de Gobierno en funciones, promete ser muy emotiva e introducir elementos hasta ahora no vistos en anteriores bendiciones de la ciudad. Concluida esta, se expondrá la Imagen a su primer besapié.

Ya por la tarde, a las 17:30h. volverán a abrirse las puertas del templo más emblemático de nuestra ciudad para dejar salir a la Cruz de Guía que marcará el camino de la Procesión Extraordinaria. Acompañando a esta irá la A.M. Nuestra Señora del Rosario que se estrenará por vez primera en su corta historia y se presentará, también, a su pueblo.
Tras un largo cortejo de hermandades locales y de fuera de la región, irá el Señor de Despojado sobre el paso de Nuestro Padre Jesús Resucitado. Vestirá -al igual que en su presentación en Sevilla- una túnica confeccionada por el prestigioso Grande de León y unas potencias labradas por el orfebre José Manuel Bernet. Y poniendo sones tras el paso irá la A.M. Santa Marta y Sagrada Cena de León.

La Imagen:

Se trata de una talla sobre madera de cedro completamente anatomizada, a excepción de la región pélvica que se encuentra cubierta por un escueto sudario. Con una altura de 1´83 m. está policromada al óleo entero, prescindiendo así del uso de ojos de cristal.

Iconográficamente se ubica en la décima estación del Vía Crucis, donde Jesús, ya en el Gólgota, fue despojado de sus vestiduras para entregarse a la cruz. Vemos representada en la Imagen el paso al frente que da símbolo de la aceptación de su calvario con seguridad, y la profunda inspiración que hace ver a su tórax expandido y con los brazos abiertos entregándose a su misión de redimir al mundo.

Su tierna y trasparente mirada de hondo pesar, se dirige al espectador y al devoto, para testimoniar un infinito amor capaz de perdonar los padecimientos sufridos durante la Pasión. Padecimientos que se hacen evidentes a través de la proliferación de heridas, que contrastan con la contención psicológica presente en la expresión de su rostro. En su anatomía se observa cómo la fricción de la cruz durante el camino de la amargura ha desollado sus hombros; cómo la soga que le maniató, han amoratado sus muñecas o cómo la frente es perforada por las espinas de una corona ensangrentada que empapa sus cabellos. Los signos de la flagelación son evidentes a través de golpes producidos con varas y desgarros infringidos por el flagrum. Heridas éstas, que ya resecas desde la tortura, vuelven a emanar sangre después al volverse a desgarrar, al extraer con violencia las ropas pegadas a la piel. Dicha sangre, mezclada con sudor, desciende por toda su anatomía, desprendiéndose desde sus dedos y tiñendo de rojo el empedrado calizo sobre el que el Señor camina.

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